España nos dejó una herencia cultural de cosas buenas y cosas… no tan buenas. Pasa lo mismo con los norteamericanos de cultura anglosajona: nos han dado cosas, y otras cosas. Una de las cosas no tan buenas que llevamos como un legado de España es el de pensar desde las ideas, antes que desde las cosas mismas. Por eso hasta obligamos a las cosas a que sean como nosotros decimos que tienen que ser, con Cuba de mejor ejemplo. Razonar desde las cosas es razonar desde la experiencia. Pero sin abandonar la lógica, la razón. Razonar desde las ideas es dejarse llevar por los prejuicios y dejar la lógica correr como un caballo desenfrenado, es decir, sin freno. Entonces surge nuestro autóctono realismo mágico. Pero la realidad, las cosas, nos llevan sin remedio a la venganza; la realidad se venga de nosotros. Claro, no hay peor ciego que el que no quiere ver, al modo con que Don Quijote terminó diciendo que algún malicioso encantador le cambió los gigantes en molinos. Está la ané
Carlos Ramos Mattei